Debido a la apacible y colorida vitalidad de este distrito, los pobladores de Ichocán suelen vivir más de 90 años y por esa razón es conocido como “La posa de la larga vida”. Sin embargo, la habitual tranquilidad de este distrito se interrumpe durante la fiesta de San Isidro. Este ritual católico es interpretado a la luz de la cosmovisión y la tradición agrícola prehispánica, constituyéndose en una expresión de gran riqueza que integra la festividad religiosa y la faena agrícola como rituales celebratorios de la prosperidad. Esta fiesta es un elemento generador de identidad para los pobladores del distrito de Ichocán.
Tradicionalmente el diablo aparece como representación del mal y encarnación de los pecados capitales que alejan al hombre de dios. Sin embargo, el “Diablo de Ichocán” es alegre y travieso antes que únicamente malévolo. Esta característica deriva del carácter original de los seres del mundo natural en la cosmovisión andina.
En la fiesta de San Isidro, la danza de los Diablos es asequible a toda la población y su carácter es claramente festivo. Según se cree, San Isidro fue un agricultor que dedicaba gran parte de su tiempo a la oración y que se reveló como santo por los prodigios realizados durante la faena agrícola en las tierras de su patrón.
Satán al ver esto, envió a seres sobrenaturales en forma de diablos para que lo tentaran con mujeres y riqueza. La danza tendría su origen en la piedad mostrada por San Isidro, quien intercede ante Dios para poner fin al dolor que sufrían los diablos tras su derrota. Ellos, agradecidos con el santo por acabar con su sufrimiento, le suplican que les permita danzar en su honor, iniciando así la danza de los Diablos.
Como parte de las tradiciones orales heredadas de los testimonios de los primeros diablos, existe una que se menciona como promesa hecha a San Isidro, cada diablo debe bailar por lo menos 12 años seguidos, de lo contrario tendrá una mala racha, o mala suerte. Esto con la intención de preservar la fiesta.
En el traje de los “Diablos de Ichocán” se distinguen los siguientes elementos: mantos (que se porta sobre el cabello y debajo de la máscara), camisa, corbata, faldellín con flecos (o falda), pantalón hasta la rodilla medias de nylon y zapatos de vestir adornados con cascabeles.
Flores y estrellas bordadas caracterizan la vestimenta, lo que resulta significativo en una danza interpretada en el contexto de una festividad de corte agrícola. Complementan la vestimenta de los diablos, dos accesorios que se llevan en la mano, un pañuelo para bailar y el rebenque.
Además otra característica que los diferencia de otros diablos de la zona son las orejas de lata y la expresión del rostro, que se asemeja a las facciones de los pobladores de Ichocán. Los colores, bordados y apliques de los trajes reflejan la visión y el sentir de los danzantes, y muchos de ellos participan activamente del diseño y la confección de los mismos.

Entre uno de los más destacados confeccionistas de máscaras es don Leónidas Zegarra Chávez “Collolo”, considerado no solo guardián de la estética identitaria del casco de los diablos, sino también de la memoria colectiva. Una insondable fuente de información sobre la tradicional festividad, quien en forma de relatos, anécdotas y hasta una suerte de directorio inequívoco nos traslada como testigos atemporales a presenciar la evolución de la fiesta y la danza.
LA FIESTA DE AGRADECIMIENTO
La celebración a San Isidro Labrador coincide con el tiempo de las faenas agrícolas de cosecha del maíz y del trigo, cultivos de gran importancia en la región. La relación entre los “Diablos de Ichocán” y la agricultura se expresa en esta danza de gratitud hacia el santo.

El tercer fin de semana de mayo se desarrollan las actividades principales de la fiesta de San Isidro Labrador. Durante tres días la algarabía de los Diablos rompe el habitual silencio del pueblo.
Los festejos de la víspera se inician el día viernes con una misa, luego de la cual hacen su primera aparición los Diablos, quienes presentan su saludo con una danza.
Todo se convierte en un festivo escenario donde se desarrollan diferentes eventos, entre ellos la presentación de las yuntas que acompañan la procesión de la imagen de San Isidro, y el arreglo de portones con productos de la zona.

Durante estos días, los Diablos son los protagonistas principales. Rinden homenaje al santo patrón de la agricultura, y alegran al ritmo de la banda de músicos, bailando la marinera saltarina y el huayno.
El Ministerio de Cultura declaró Patrimonio Cultural de la Nación a “La danza de diablos” en Ichocán, Paucamarca, San Marcos y Shirac de la región Cajamarca. La declaratoria se oficializó mediante la publicación del Decreto Viceministerial número 038 – 2017 publicado en el diario oficial El Peruano.
Texto extraído del libro “DIABLO” de Gabriel Tejada y César Vigo.