El 15 de noviembre del 2017, fue un día histórico para el Perú. Este día la selección peruana de fútbol selló su pase al Mundial de Fútbol, Rusia 2018. Pero lograrlo no fue fácil, los resultados de las eliminatorias no le fueron favorables, tal es así que se tuvo que esperar hasta el último partido de las eliminatorias para saber si clasificábamos directamente o íbamos al repechaje. Como todo en la vida, el camino fue empedrado, cuesta arriba y con una mochila muy pesada de 36 años de desilusión de la hinchada peruana.
Hoy, nuestra selección se despide del Mundial de Rusia 2018, después de haber disputado con hidalguía y corazón, cada uno de los compromisos deportivos. Lamentablemente, los resultados no nos fueron favorables, nos faltó definición y bastaron pequeños errores para dejarnos fuera del mundial, porque así es en las ligas de primer nivel competitivo. Pero no cabe duda que a pesar de la eliminación, este grupo humano nos deja grandes enseñanzas.
Nos enseñaron que por muy complicado que parezca el objetivo, es posible alcanzarlo. De estar casi eliminados, sólo sostenidos por las probabilidades matemáticas de siempre, esta selección nos enseñó que paso a paso y gota a gota de sudor, podemos acercarnos al objetivo. Todos los sueños pueden ser alcanzados, no importan lo grande o imposible que parezca, sí es
posible lograrlo.
Nos enseñaron, que siempre que haya una probabilidad, aunque sea mínima, debemos seguir luchando. Que, el partido sólo termina con el pitazo final del partido. Lo peor que podemos hacer en la vida es darnos por vencidos y dejar de luchar por nuestros sueños. Jamás nos lamentaremos si hemos dejado todo en la cancha, si hemos sudado la camiseta por nuestros sueños. Siempre quedará la satisfacción de haberlo dado todo, los resultados se mostrarán tarde o temprano.
Nos enseñaron, que no se depende de lo que digan los analistas deportivos y tampoco de la hinchada, se depende de uno mismo. La gente que te rodea podrá decirte que no lo lograrás, muchos gritarán en tu oído que eres un fracasado, otros te mirarán con recelo esperando tu fracaso y estarán quienes celebren tus caídas. Pero tú no dependes de ellos y tampoco los resultados. El resultado será producto de tu esfuerzo y valentía con que hayas decidido afrontar los grandes retos. El resultado, será la consecuencia lógica y directa de tu trabajo, no de lo que diga o grite la gente.
Nos enseñaron, que sólo el esfuerzo y la disciplina pueden abrirnos paso hacia la meta. En la vida no hay fórmulas mágicas que te lleven del llano hacia la cumbre. En la vida no hay un teleférico que te lleve cómodamente sentado por encima de las dificultades y te dejé justo en el éxito. Al contrario, el camino de la vida es empinada, con despeñaderos, piedras por doquier, animales venenosos merodeando por tu camino y muchas zarzas capaces de desgarrar tu piel al menor descuido. Así es la vida, complicada, a veces incomprendida, difícil y de largo trayecto. Pero si das tu mejor esfuerzo y añades disciplina, lograrás avanzar paso a paso. Seguro que caerás, pero te levantarás y con determinación avanzarás, hasta llegar a la cumbre más alta.
Nos enseñaron, que en esta carrera, la humildad debe ser la sombra que nos acompañe. Lograrás los más grandes objetivos de la vida, pero ello no debe cambiar tu esencia, no debe afectar tu humanidad y menos tu corazón. Debes saber reconocer que eres ser humano por más alta que sea la cumbre a la que hayas llegado. Mientras más brillo, más visible debe ser la sombra. Mientras más éxito, más humildad, pues en tales alturas, la soberbia y la arrogancia pueden afectar tu sentido de humanidad y ser el inicio de la caída.
Pero además, con este último partido de despedida, nos enseñaron que cualquier éxito logrado en la vida, será pasajero y algún día sólo será parte de la historia. Todo pasa en la vida, así como las derrotas, también las victorias, así como las lágrimas, también la sonrisa. Por ello, debemos aprender a valorar la vida, por el sólo hecho de tenerla y porque es la expresión más sublime toda la recreación.