LA ROTATIVA INVESTIGA | Opinión y Reportaje Especial
La polémica está servida en el distrito turístico de Baños del Inca, donde el alcalde Jaime Mantilla insiste en ejecutar una obra que ha desatado el rechazo generalizado de profesionales, vecinos y gremios: un arco de bienvenida valorizado en 300 mil soles. La estructura ha sido calificada como innecesaria, peligrosa y completamente alejada de las verdaderas necesidades de la población.
La pregunta que flota en el aire es inevitable: ¿Por qué insistir en una obra que no tiene sustento técnico, ni respaldo ciudadano, ni beneficios reales para el turismo o la calidad de vida?
Una obra sin visión, sin prioridad, sin lógica
El arco, cuya construcción busca supuestamente dar la bienvenida a los visitantes, ha sido ampliamente criticado por el Colegio de Arquitectos de Cajamarca, diversos líderes vecinales y ciudadanos comunes. La razón: no solo representa un gasto innecesario, sino que se impone como un riesgo real para el tránsito peatonal y vehicular.

Desde una perspectiva urbana, la estructura reduce la sección vial, compromete la visibilidad de los conductores y genera un peligro latente en una vía de alta circulación. En un distrito que aún enfrenta problemas básicos como caminos vecinales destrozados, accesos casi intransitables hacia centros poblados como Otuzco y Tres Molinos, y zonas rurales olvidadas por el presupuesto, la prioridad de gasto es, por decir lo mínimo, desconcertante.
Cegados por el capricho
Lejos de escuchar a los técnicos, vecinos o especialistas, el alcalde y su círculo de confianza insisten con obstinación en ejecutar la obra. Una actitud que revela, para muchos, una desconexión alarmante con las urgencias del distrito y un posible trasfondo de intereses particulares.

¿Se trata acaso de cumplir compromisos con proveedores? ¿De justificar una partida presupuestal sin mayor escrutinio? ¿O simplemente de imponer una visión personal de “progreso” que no encuentra eco en la población?
La voz del pueblo: “No al arco”
Los reclamos no son aislados. Han sido expresados en medios locales, asambleas vecinales y hasta pronunciamientos institucionales. La comunidad ha exigido que los recursos públicos sean destinados a obras prioritarias, como el mejoramiento de vías rurales, el mantenimiento de espacios públicos, el acceso a agua potable y alcantarillado, o incluso la promoción real del turismo mediante infraestructura funcional.
Pero hasta ahora, la gestión de Jaime Mantilla ha respondido con silencio o soberbia, como si el cargo público le otorgara licencia para ignorar el sentido común.
¿Un monumento al desinterés?
El arco que pretende levantar el alcalde no representa bienvenida alguna, sino más bien una puerta simbólica hacia la improvisación, el despilfarro y la falta de planificación. Si el objetivo era “embellecer” el ingreso a Baños del Inca, ¿por qué no empezar por resolver lo básico, lo urgente, lo olvidado?
En un distrito con enorme potencial turístico y cultural, el verdadero camino hacia el desarrollo no está en un arco costoso y ornamental, sino en políticas públicas con visión, diálogo y respeto por la ciudadanía.
Mientras tanto, Baños del Inca observa cómo 300 mil soles se van por un arco sin sentido, mientras los caminos que conducen al futuro —literalmente— siguen llenos de enormes huecos y polvo.