Sus ganas de salir adelante, cuando era niño, obligaron a Víctor Fabián Salinas Gonzales (33) a manejar su bicicleta todos los días por más de 30 minutos desde su caserío en Río Seco Alto para llegar hasta su colegio ubicado en Chulucanas, en Piura. Esas mismas ganas de progreso, en el 2019, hicieron que el talento se separe de quienes más amaba, su pequeño hijo Gael de cuatro años y su esposa Ana, para cumplir su sueño de estudiar becado por el Estado peruano una maestría en Arquitectura en la Universidad de Navarra, en España.
Su sacrifico trajo recompensas. Víctor se graduó de la Maestría en Diseño y Gestión Ambiental de Edificios con una de las tesis más destacadas, que dejó cautivado al jurado de la Universidad de Navarra. Ya establecido nuevamente en el Perú, se le han abierto muchas puertas. Incluso, el año pasado fue galardonado por el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento en el concurso ‘Construye para Crecer’, tras presentar, junto con un grupo de arquitectos e ingenieros, un proyecto sobre un prototipo de vivienda social bioclimática, inspirado en su tesis de magíster.
“Lo más duro fue estar lejos de mi hijo Gael y mi esposa. Quería abrir un camino a mi hijo para decirle que él también puede lograr sus sueños. Viví, además, el terror del coronavirus en sus primeros días en España, ya que no alcancé vuelo de retorno. Mi hijo y mi esposa se contagiaron del virus. No podía hacer nada. Estaba lejos”, cuenta el beneficiario de Beca Generación del Bicentenario del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación.
El becario postuló a la Universidad de Navarra, atraído por su calidad de la enseñanza y las pasantías que ofrecía a Alemania y Reino Unido, como parte del programa. “Obtuve la carta de aceptación en mi segundo intento. En Londres, visité las obras arquitectónicas de Norman Foster que había visto solo en los libros”, indica Víctor, quien nació en un centro poblado, dedicado a la agricultura, y su generación fue la primera que decidió salir a estudiar. “Viajé a España con muchas expectativas y temores de enfrentarme a una nueva realidad. Allí pude conocer al premio Nobel de Arquitectura, Rafael Moneo, de quien seguía de cerca sus obras”, dice orgulloso.
La oportunidad que le dio la beca del Pronabec impactó en su vida profesional. Con un horizonte más amplio, en la actualidad él dicta clases virtuales en la Universidad Privada del Norte, sede Trujillo, donde comparte sus experiencias y los conocimientos que adquirió en el país europeo. Su curriculum vitae, ahora más potente por su maestría, le ha permitido también conseguir empleo en una inmobiliaria, donde diseña habilitaciones urbanas y trabaja junto a su papá Víctor, quien le inspiró a ser arquitecto.
“Mi papá es albañil. Toda mi vida lo he visto construyendo casas y revisando planos. Él trataba de apartarme de su oficio, pero a mí me llamaba aún más la atención. Cuando le dije que estudiaría Arquitectura, se emocionó mucho. Él fue mi inspiración para esforzarme y destacar siempre en los estudios. Pertenecí al tercio superior cuando egresé de la Universidad Nacional de Piura y concluí mi posgrado en la Universidad de Navarra con honores”, destaca el talento piurano.
En el 2020, en su retorno al país, el talento y un grupo de arquitectos, dos de ellos de su maestría, ganaron el concurso ‘Construye para Crecer’ con su propuesta de una habilitación urbana sostenible y bioclimática para la ciudad de Talara, en Piura, tras disputarse el premio con más de 30 equipos profesionales. “La idea era crear una base de datos de vivienda sostenible, evaluando algunos conceptos como ahorro de energía, agua y reducción de las emisiones de CO2. Implementamos un prototipo virtual de vivienda con un sistema de evaluación térmica”, asegura.
Sacrificio de amor
Víctor y su esposa se conocieron cuando el becario hacía su travesía en bicicleta para llegar a su centro educativo en Chulucanas. “Somos de pueblos vecinos. Ella vivía cerca de mi caserío y siempre la veía cuando pasaba con mi bicicleta. Solía hacer una parada cerca de su casa. Así nos conocimos. Fuimos buenos amigos, pero luego migré a la ciudad de Piura. Nos perdimos el rastro por buen tiempo, hasta que nos volvimos a encontrar y nos hicimos novios”, comenta.
“Mi esposo es una de esas personas que le gusta estudiar e investigar. Es muy inteligente y ocupaba los primeros puestos en el colegio”, cuenta Ana, quien es técnica en Cosmetología. “Sabía que su meta era estudiar fuera del país y decidí apoyarlo, porque creo que amar es eso, es sacrificio”, agrega.
El talento, hijo de Pola, una ama de casa, y el mayor de seis hermanos, no deja de trazarse metas. Su sueño ahora es seguir un doctorado en la misma universidad de España. Ya consiguió la carta de aceptación, pero se encuentra en busca de financiamiento para cubrir sus gastos académicos y estadía, esta vez con su familia. Además, está trabajando en un proyecto científico en coordinación con una casa de estudios. “No se pongan límites. Los límites se los pone uno mismo por temor. Vayan por todo lo alto y sean perseverantes, esa es la herramienta para conseguir cualquier logro”, finaliza.