En poder de la Fiscalía de Colombia se encuentran 15 agendas en las que ‘Madame’, cartagenera de 47 años y considerada la mayor proxeneta de la Heroica, llevaba al detalle la información de sus clientes, pagos y puntos de encuentro.
En esas agendas, las autoridades lograron evidenciar que algunos de los hombres que buscaban sus servicios eran miembros de la red criminal ‘la Oficina’, y que también atendía a altas personalidades de la vida nacional que buscaban mujeres durante sus desplazamientos a Cartagena.
Liliana del Carmen Campos Puello, alias Madame, fue capturada junto con otras 17 personas el fin de semana pasado dentro de una gigantesca redada adelantada por la Fiscalía, la Policía Judicial y Migración Colombia.
El jueves, un juez de control de garantías le impuso medida de aseguramiento en centro carcelario por los delitos de concierto para delinquir, trata de personas e inducción a la prostitución.
Durante su ingreso a los juzgados, fuertemente escoltada, hizo gestos obscenos y amenazó con revelar nombres de políticos y hombres poderosos que fueron ‘clientes’ de su red.
La ‘Madame’, que fue trabajadora sexual y estuvo presa en una cárcel de la Florida, en EE. UU., por tráfico de heroína entre el 2002 y 2005, manejaba desde un lujoso apartamento, en el exclusivo sector turístico de Bocagrande, un millonario negocio de servicios sexuales con ‘prepagos’ que no se limitó a fiestas en yates, hoteles, casas lujosas y playas de Cartagena, sino que extendió sus tentáculos de explotación sexual a escenarios internacionales, como Panamá, México, Miami y las Bahamas.
La Policía Judicial, Dijín, estableció que Campos Puello actualmente tenía unas 200 mujeres a su servicio y que para darles apariencia de legalidad a sus negocios conformó la empresa Dream Fantasy Cartagena. Según el registro de Cámara Mercantil, entre sus actividades económicas figuraba contratar con hoteles, barcos y restaurantes para “atender” a extranjeros que compraban sus paquetes turísticos.
La ‘Madame’ había arrendado dos casas en los exclusivos sectores de Manga y Crespo, en las cuales subarrendaba habitaciones a mujeres que llegaban para prostituirse de Medellín, Cali, Bogotá, Pereira y Barranquilla, así como de otros países, especialmente Venezuela. En ambas casonas, la privacidad era nula, pues la ‘Madame’ ordenó instalar sistemas de cámaras de seguridad con las que vigilaba a sus ‘trabajadoras’.