Paradójico lo que sucede en la región Cajamarca, ya que sus pobladores fueron de los más antimineros del país y lucharon por proteger sus recursos naturales, pero ahora están depredando el medio ambiente a niveles insospechados.
Los pobladores, impulsados por la necesidad económica y la atracción del oro, han comenzado a explotar ríos y lagunas en su búsqueda del preciado metal. Esta actividad, si bien les proporciona un ingreso temporal, está teniendo consecuencias devastadoras para los ecosistemas locales y la salud de la comunidad.
Una de las zonas más críticas de minería ilegal es el caserío Leoncio Prado, distrito y provincia de San Ignacio, región Cajamarca, donde los pobladores vienen contaminando el río Chinchipe, que es alimentado por afluentes menores que nacen en las líneas limítrofes y se desplaza de norte a sur, hacia su confluencia con el río Marañón.
En un video difundido por el Movimiento Ecologista del Perú, se puede observar cómo una gran cantidad de mineros ilegales trabajan en la extracción de oro y al mismo tiempo destruyen parte del ecosistema y botan los relaves mineros al río Chinchipe.
La extracción de oro a pequeña escala, conocida como minería artesanal, se ha convertido en una práctica común en la región Cajamarca. Incluso, en provincias como Bambamarca y Celendín se han registrado varias muertes de trabajadores por falta de equipo de protección personal y las fuertes jornadas laborales.
Los mineros en su mayoría son pobladores locales pero también hay presencia de extranjeros, principalmente de Ecuador. Estos emplean técnicas rudimentarias y peligrosas, como el uso de mercurio para separar el oro de los sedimentos. Este método, aunque efectivo para extraer el metal, genera una alta contaminación de los cuerpos de agua y a los mismos mineros.
Pese a los operativos que realizan las autoridades y la Policía Nacional del Perú, la actividad ilícita es difícil de controlar (con los recursos de la provincia) ya que los puntos de minería ilegal son numerosos y los intervenidos vuelven a ser ocupados.
El mercurio utilizado en este proceso se filtra en los ríos y lagunas, extendiéndose a lo largo de los cursos de agua y llegando a las zonas de cultivo. La contaminación no solo afecta a la flora y fauna acuática, sino que también tiene un impacto directo en las personas que dependen de estos recursos naturales para su sustento diario. Los cultivos que se riegan con estas aguas contaminadas absorben el mercurio, lo que conlleva riesgos graves para la salud de los consumidores, incluyendo daños neurológicos y en los riñones.
Las autoridades locales y organizaciones medioambientales han alertado sobre el peligro de esta práctica. Sin embargo, la falta de alternativas económicas y de una regulación efectiva ha llevado a que la situación continúe agravándose. La minería artesanal se ha convertido en un lucrativo negocio para ‘empresarios’ informales y pobladores de la zona.
El impacto de la minería en Cajamarca es un problema complejo que refleja la tensión entre desarrollo económico y conservación ambiental. Mientras algunos ven en el oro una oportunidad para salir de la pobreza, otros advierten que los costos a largo plazo podrían ser mucho más altos. La pérdida de la biodiversidad, la contaminación del agua y los riesgos para la salud humana son problemas que requieren una atención urgente y soluciones integrales.
Las autoridades deben tomar medidas inmediatas para frenar la contaminación y buscar alternativas económicas sostenibles para los habitantes de las comunidades afectadas. La implementación de prácticas de minería responsable, el fortalecimiento de la educación ambiental y el desarrollo de proyectos que generen ingresos sin destruir el entorno son pasos esenciales para proteger a Cajamarca y su riqueza natural.
La minería ilegal que se extiende en casi toda la región Cajamarca es un llamado de alerta sobre la necesidad de equilibrar el desarrollo con la preservación del medio ambiente. El oro, símbolo de riqueza y poder, se está convirtiendo en un agente de destrucción en esta parte del Perú. Sin una intervención oportuna y decidida, los ríos y lagunas de Cajamarca podrían perderse para siempre, llevándose consigo la vida y el futuro de sus habitantes.