El hallazgo, realizado por Gregory Thomas, director del Instituto para el Cuidado Vascular y Cardiaco del Centro Médico Long Beach y sus colegas, habla de la población nativa de Tsimané, cuyos corazones parecen no envejecer de la misma forma que el resto del mundo.
La teoría general dicta que sin importar que tanto te ejercites, coma sano y evites malo vicios, la enfermedad cardiaca es inevitable. Eventualmente las arterias de todos se pondrán duras con placa de calcio, aumentando el riesgo de ataques al corazón y cerebrovasculares.
Pero este grupo del Amazonas de Bolivia, que ha logrado preservar su cultura e idioma por miles de años, está desafiando la teoría debido a que su estilo de vida para ser muy eficaz en proteger su corazón.
El estudio, publicado en el diario The Lancet, reveló datos en los que “el corazón de un Tsimané de 80 años tiene las ‘edad vascular’ de una persona occidental en sus 50 años. Y los Tsimané han destronado a las mujeres japonesas como el grupo de personas con el corazón más sano del mundo. Ahora, los Tsimanés, tienen los menores niveles de enfermedad coronaria jamás registrados.”
¿Cuál es la razón detrás de estos súper corazones?
Curiosamente, ningún aspecto de su dieta o estilo de vida resalto o dominó la teoría de los investigadores. Un cuarto de los Tsimanés calificaron como con sobrepeso, aunque ninguno padecía obesidad.
En promedio, caminaban 12 kilómetros al día como parte de su actividades de agricultura, cacería, recolección y están activos durante el 90% del total de horas de luz solar al día, cifras que – sin sorprender a nadie – superan por mucho las de los hábitos sedentarios de la vida moderna.
En cuanto a su dieta, el grupo nativo consumía muchos carbohidratos, pero la mayoría provenía de alimentos ricos en fibra como el maíz, los plátanos y la tapioca. Tampoco consumen grasas trans y azúcares simples – ambas muy consumidas en grandes cantidades en las dietas mexicanas.
La revelación clave de esto, argumentan los científicos, es que hay muchas formas de mejorar la salud cardiaca de los individuos. A menos que encontraran un ingrediente mágico que pudiera explicar la impactante salud cardiovascular de los Tsimanés, la moral de ésta historia es sorprendentemente directa y familiar: debes de ser menos sedentario y comer más sano.