Si buscas en la enciclopedia, leerás que un agujero negro es “una región finita del espacio en cuyo interior existe una concentración de masa lo suficientemente elevada como para generar tal campo gravitatorio que nada, ni siquiera la luz, puede escapar a ella”.
Pero, ¿qué significa esto y por qué sucede? Para entenderlo, empecemos por una estrella. Es más usemos de ejemplo la más cercana y conocida, que el Sol. Nuestro Sol tiene un diámetro de 1,392,500 kilómetros y una masa 330,000 veces mayor a la de la Tierra. Si fuera posible colocar cualquier objeto sobre la superficie del Sol –supongamos un robot– ese pobre robot estaría sometido a una gravedad 28 veces más grande que la de la superficie terrestre.
Una estrella conserva su tamaño estable porque la temperatura de su centro tiende a expandirla y su gravedad tiende a contraerla. Es decir, el tamaño del Sol es el resultado de dos fuerzas que se ‘pelean y se equilibran entre sí. Mientras su temperatura y su gravedad sigan contrarrestándose, el Sol seguirá teniendo en el mismo diámetro.
Cuando una estrella empieza a envejecer, la temperatura en su interior va descendiendo poco a poco. Por lo tanto, la gravedad se convierte en la fuerza dominante y comienza a ganar. Lógico, ¿no? Entonces la estrella se contrae cada vez más. Llega a contraerse tanto que la estructura atómica de su interior se desintegra: en lugar de átomos quedan protones, neutrones y electrones sueltos. La contracción sigue y sigue hasta que los electrones sueltos se repelen unos a otros. Así es como la estrella se convierte en una “enana blanca”. Si nuestro Sol se colapsa a hasta volverse una enana blanca, toda su masa quedaría concentrada en una esfera de 16,000 kilómetros de diámetro y su gravedad superficial sería 210,000 veces más grande que la de la Tierra.
Ahora imagina que los electrones no alcanzan a contrarrestar la gravedad y la estrella sigue contrayéndose. Tarde o temprano, los electrones y protones se combinarán para formar neutrones que se apelotonan, logrando detener la contracción. El resultado es una “estrella de neutrones”. Si nuestro Sol se convirtiera en una estrella de neutrones, toda su masa podría estar contenida en una esfera de únicamente 16 kilómetros de diámetro, con una gravedad superficial ¡210,000,000,000 veces mayor que la de la Tierra!
Ya te imaginas para dónde va este relato, ¿verdad? En ciertas condiciones, la gravedad puede superar incluso la estructura de neutrones de la estrella y ya nada detiene un colapso total. El objeto se contrae hasta un volumen cero y la gravedad de la superficie aumenta hasta el infinito.