Esto que pareciera ser parte de una película de terror, le pasó a una humilde mujer a quien un grupo de ronderos del distrito de Chumuch en la provincia de Celendín, la acusaron de practicar brujería para luego someterla a la disciplina rondera y torturarla sin piedad.
Se trata de doña Isalbina Tantalián Caruajulca, una indefensa anciana de aproximadamente 80 años de edad a quien le tocó vivir en carne propia la brutalidad rondera. Entre llantos cuenta que días atrás fue denunciada ante las rondas de Agua Santa por -supuestamente- practicar brujería para luego ser secuestrada y maltratada.
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Los ronderos la tuvieron en cautiverio castigándola no solo con la binza, sino que también la sometieron a todo tipo de vejámenes. “Me encerraron en un cuarto, allí me castigaron por todo el cuerpo, me pegaban con la binza, me echaron ortiga al cuerpo, me bañaban con agua fría, con mangueras, con baldes, querían que confiese que hago brujería, pero yo nunca he hecho el mal a nadie”, contó la viejita.
“Al ver que no confesaba los ronderos me hicieron caminar descalza, me llevaron a un río, allí me metieron hasta el fondo y yo me ahogaba, les decía que ya no me peguen pero continuaban, luego me trasladaron hasta un despeñadero en donde me pusieron de rodillas y en mis manos me obligaron que sujete unas piedras por más de una hora, así me han tenido por más de dos días. Me decían que si no hablo me van a quemar viva, que soy una vieja bruja, me abrieron la boca y querían cortarme la lengua, me han incriminado, pero yo no soy lo que dicen”, continuó la mayor.
“Al final he tenido que mentirles para que dejen de pegarme, les dije que tengo unas calaveras en mi casa, pero como no era verdad cuando hemos ido a mi domicilio no han encontrado nada. Después, nuevamente me amenazaron de muerte si es que contaba todo lo que me han hecho”, fue parte del desgarrador testimonio de la indefensa anciana quien entre llantos pide justicia a las autoridades.
Según contó una de sus sobrinas, su tía fue denunciada ante las rondas por su propia nuera Marga Chuquimango y su hermano Diómedes Chuquimango, en venganza por no dejarles como herencia unos terrenos que son fruto del esfuerzo de doña Isalbina Tantalián Caruajulca.
Con información de Eler Alcántara