Pasa el tiempo y la reapertura gradual de las actividades toma fuerza. Sin embargo, algunas personas se mantienen confinadas en casa y, así se les permita, no quieren salir porque varias situaciones les producen miedo. Si a usted le pasa, no se sienta como un bicho raro. Ese temor está contemplado por la psicología y se llama ‘síndrome de la cabaña’.
No se trata de una patología, sino de un estado anímico, mental y emocional que se ha estudiado en personas que, tras pasar un tiempo de reclusión forzosa, han experimentado dificultades para volver a su situación previa al aislamiento.
¿Qué significa concretamente?
Se puede definir como la aparición de miedo, ansiedad, estrés o (en casos más complejos) fobia a cambiar de entornos después de pasar un periodo prolongado en lugares seguros, cuando el panorama del exterior es hostil o incierto.
El síndrome no es nuevo, no nació con la pandemia. Carmen Martini, médica española experta, explica que antes del coronavirus, esta situación afectaba a personas que habían estado en prisión durante años, que habían sido víctimas de un secuestro o incluso a algunos enfermos que habían estado ingresados en un hospital durante mucho tiempo.
En la actualidad, cuando las medidas de confinamiento comienzan a relajarse para que la economía no colapse, el ‘síndrome de la cabaña’ aflora, pues hay personas que viven la vuelta a la calle con angustia e inseguridad.
Las razones
En ese sentido, se han presentado casos del síndrome en varios lugares del mundo. En un caso como el colombiano, José Ricardo Bateman, psicólogo experto en temas de ansiedad, estrés y depresión y profesor de la Universidad Konrad Lorenz, agrega que el temor puede combinarse por varios factores.
“Saber que la unidades de cuidado intensivo se llenan nos causa ansiedad. Además, existe el temor de contagiar a nuestros seres queridos. Eso en el caso de quienes viven acompañados, pero para los que viven solos, la situación es diferente y a veces peor”, explica el especialista y agrega que algunas personas que hayan pasado el confinamiento sin compañía, de alguna forma han disminuido sus habilidades sociales. El temor aumenta si conocemos algún caso cercano de coronavirus y si el paciente tiende a la ansiedad.
Reconozca el miedo
El primer paso para lograr recomponerse del temor es reconocerlo, para anularlo. Así lo plantea la doctora Angie Román, psicoterapeuta sistémica y profesora de la Universidad Javeriana y de la Santo Tomás. “ Muchas veces las personas se obligan a sí mismas a estar tranquilas. Eso no funciona porque los temores se reprimen. Es necesario que exteriorice lo que siente”, explica.
Para controlar la ansiedad que le provoca estar continuamente expuesto a información sobre el virus, se aconseja encontrar un equilibrio entre la información positiva y la negativa, para que esta última no alimente la ansiedad. Es fundamental la fortaleza mental de cada uno.
El doctor Bateman insiste en que, si se siguen con rigor las recomendaciones de cuidado y de bioseguridad, se aumenta el control sobre la situación. El experto recalca que “la pandemia durará mucho tiempo y puede que la cura tarde en llegar a Colombia. Sin embargo, hay formas de cuidarse que ya conocemos bien. Si tomamos las precauciones necesarias, podemos tener un poco más de tranquilidad para salir de casa”.
En eso coincide María José Collado, doctora en psicología y codirectora del Centro Cuarto de Contadores, en Leganés (Madrid), quien afirma: “Con una adecuada higiene y manteniendo la distancia de seguridad con otras personas es muy poco probable que podamos contagiarnos. Por lo tanto, es fundamental ser prudentes, pero también realistas”.
Llegó el momento de salir
La doctora Román comenta que si salir le causa altos niveles de ansiedad y todavía no tiene que hacerlo porque puede permanecer en casa, puede hacerlo. Pero tarde o temprano tendrá que regresar al exterior.
Los expertos coinciden en la importancia de la gradualidad. Es fundamental que cada quien se imponga sus límites, sin sentirse forzado. Al igual que tuvimos que adaptarnos poco a poco a no salir de casa, ahora debemos hacer el proceso a la inversa.
Angie Román da un concejo para hacer la primera transición: “Comience por hacer salidas cortas o a lugares en los que se sienta seguro: un parque vecino, la casa de un amigo o familiar que viva cerca. No es que en una semana tenga que salir a hacer todo lo que no hizo en los meses de confinamiento, tómelo con calma. Eso aumenta los estados de ansiedad”.
En ese proceso, la experta adelanta que las redes de apoyo son fundamentales. “La red primaria es la familia. Todavía hay medidas que restringen el aislamiento, pero si usted tiene algún familiar que le genere confianza que lo acompañe en sus primeras salidas, va a sentir un apoyo importante.
Comience por hacer salidas cortas o a lugares en los que se sienta seguro: un parque vecino, la casa de un amigo o familiar que viva cerca
Otro consejo que da la especialista es seguir con las costumbres que adquirimos durante la cuarentena, no solo las relacionadas con la higiene y las precauciones relacionadas con el virus, para cuidar la salud, sino también los hábitos que nos hicieron sentir seguros y nos acompañaron, como las actividades artísticas y las lecturas.
Poco a poco, nos amoldaremos a la “nueva normalidad”, y eso implica entender que es necesario salir de la cabaña, pero conservando lo que aprendimos durante el confinamiento.
Las tres claves para superar el síndrome
1. Reconozca el miedo. Negarse al estado de ansiedad que le produce saber que tiene que salir no va a servir de nada, solo le servirá para reprimirse y aumentar el estrés. Asuma que está preocupado, háblelo con alguien cercano o con su psicólogo.
2. Evalúe la amenaza de forma realista. Bájele al consumo de noticias negativas y concéntrese en la información comprobada. Se ha demostrado que si se toman todas las precauciones, se tiene un poco más de control sobre la situación porque realmente se evita el contagio.
3. Todo, poco a poco. La gradualidad es sumamente importante. No salga a hacer todas las cosas de un momento a otro, póngase los límites que lo hagan sentir seguro. En ese proceso, la familia es clave.
El Tiempo / EFE