En julio del 2016 los 130 nuevos congresistas de la República asumieron funciones, desde el inicio hemos sido testigos de los diversos escándalos que han remecido las tiendas del Fujimorismo. Desde mentiras en las hojas de vida, falsificaciones de certificados de estudios, títulos de abogados anulados, compañeros de estudios y docentes fantasmas, hermanos peleados y luchando por el poder.
Pensábamos que ya lo habíamos visto y escuchado todo. Pero el Fujimorismo siempre nos sorprende, pues inmediatamente salieron los famosos mamanivideos o kenjivideos, en donde se puede apreciar los negociados que se hacían para evitar la vacancia presidencial. Al puro estilo de los grandes capos de la corrupción, uno grababa a los demás y luego los videos son presentados con un gran escándalo y la caída de un gobierno.
¿Acabaron los escándalos? Pues no. Este fin de semana en un noticiero dominical nos informan de dos grandes escándalos más. Por un lado, la pareja de la congresista Lizbeth Robles, del grupo de Kenji Fujimori, contrataba a los asesores de esta congresista y luego les pedía el 50% de sus sueldos. Pero luego, todos los peruanos quedamos perplejos de otro escándalo, el congresista Fujimorista Edwin Vergara, tenía como socio a un narcotraficante. Y no sólo eso, sino que además este congresista había sido gerente general de la empresa y sólo renunció por razón del nuevo cargo en el congreso. Es decir, no es que decidió alejarse de su socio, sino que al ganar un cupo en el congreso se vio obligado a renunciar.
¿Qué pasará ahora? Pues nada, aunque mejor diremos: “depende”. Así es, si el escándalo afecta a un congresista del bloque de Keiko Fujimori, no pasará nada, pero si el escándalo es de un congresista de Kenji Fujimori, lo más seguro es que sea desaforado y llamado a ocupar el cargo a su accesitario. Esto será otro escándalo más, pero así será, pues al Fujimorismo Keikista no le interesa, ahora sólo están preocupados en recuperar la mayoría del congreso y seguir gobernando nuestro país.
¿Pero cómo llegó nuestro país a estos extremos escandalosos? Simple, en el Fujimorismo y en casi la mayoría de partidos políticos, para empezar no existe institucionalidad, es decir, no existen partidos organizados, sino un líder que establece quiénes postulan y quiénes no. Hay líderes a quienes les podría interesar llevar los mejores cuadros al congreso, pero hay otros en donde lo que más les interesa es “con cuánto colaboras” para la campaña nacional.
Al parecer el Fujimorismo es de estos últimos, no están interesados en decentar la política, menos en tener como congresistas a gente respetada, con principios, que sepan analizar las políticas públicas y las leyes que se darán en el congreso y que afectarán a todos los peruanos. El Fujimorismo quiere en el congreso gente que ponga mucho dinero para la campaña presidencial y luego sean simples marionetas de la cúpula partidaria.
Por lo tanto, si no ven los antecedentes de los postulantes, si ni les interesa la hoja de vida, no les importa si tienen denuncias penales o vínculos con el narcotráfico, si tienen una vida correcta con su familia, si son responsables en el cumplimiento de sus obligaciones para con el Estado y son dignos de representarnos en el congreso. Esto unido a un sistema electoral que permite la elección por el simple arrastre de votos, eligiendo a candidatos que no tienen ninguna representación popular, el resultado será el mismo, un Congreso que sólo vivirá en el escándalo diario. Lamentablemente, quienes sufrimos las consecuencias seremos todos los peruanos.