Washington Sebastián Abreu, célebre delantero uruguayo y protagonista de la épica gesta de su selección ante Ghana en tierras sudafricanas durante el Mundial de 2010, ha decidido embarcarse en una nueva aventura como entrenador, la tercera a nivel internacional tras dirigir como técnico interino al Santa Tecla de El Salvador y al Always Ready de Bolivia.
“El loco”, como se lo apoda coloquialmente, deberá satisfacer al siempre exigente paladar del fanático peruano, y, en específico al de la Universidad César Vallejo, que desea superar la obtención de la sexta plaza del último torneo. ¿Veremos la versión más punzante de “La Naranja Mecánica” a partir de la pizarra del exjugador uruguayo? A continuación, una breve semblanza como futbolista y entrenador del flamante estratega.
El loco trayecto del goleador
Sebastián Abreu, oriundo de la ciudad serrana del interior del Uruguay, Minas, nació en octubre de 1976. Desde su infancia, destacaba por su envergadura, por lo que su primera aproximación al deporte fue con el baloncesto, actividad de la que aprendería tanto a pivotear como a lograr un salto más suspensivo y alto, pero que cambiaría por el fútbol para debutar en Defensor Sporting con apenas 18 años en 1994, las prolíficas cifras goleadoras lo condujeron a un grande, pero de la otra orilla del Río de la Plata, San Lorenzo de Almagro. Allí lograría anotar 36 goles en 68 encuentros disputados, actuación superlativa que le sacaría el boleto a Europa, específicamente al Deportivo La Coruña, con un paso testimonial que alineará con otro por el Gremio brasileño. Intuyendo que debía retroceder para obtener mayor continuidad y volver a secar su pólvora, se fue al Tecos de la Liga de México, con el que se consagraría goleador del torneo veraniego con 14 goles. Pareciera ser que las tierras aztecas siempre le resultaron muy favorables, logrando brillantes desempeños también en el Cruz Azul (37 goles en 43 partidos ligueros) y Dorados de Sinaloa (22 en 34), decorosos en Monterrey (8 en 18) y San Luis FC (5 en 14), solo “fracasando” cuando intentó ser la punta de la lanza del ataque del América (3 en 16).
El equipo de su vida, no obstante, desde siempre fue el Nacional de Montevideo, y cumpliría con el sueño de su niñez al disputar seis temporadas allí y campeonar en dos oportunidades a nivel local.
Sin embargo, no pudo repetir su suerte en River Plate, empañando el buen precedente en el “cuervo”. Al igual que México, Brasil también se transformó en un destino repetido para el delantero minuano, jugando en Figueirense, Botafogo y, ya en el ocaso de su carrera, en el Bangu de Río de Janeiro, institución que milita en la modesta cuarta división carioca, Río Branco y Athletic Club.
A la par, otros paraderos de América lo cobijaron, como Chile, con Deportes Puerto Montt y Magallanes en la segunda categoría y, entre medio, en Audax Italiano; Ecuador con el competitivo Aucas; Paraguay con Sol de América; Argentina una vez más en el interior rosarino con Rosario Central, y Santa Tecla, de gran pasaje, y que arriesgaría dándole su primera oportunidad al mando de entrenador.
A España volvería solo una vez, a la Real Sociedad, mientras que entre sus experiencias más extravagantes figuran la del Aris Salónica en Grecia y, sobre todo, la del Beitar Jerusalén en 2008/2009. En su país, y más allá del mediano y el grande ya aludidos, tres equipos humildes, Central Español, Boston River y Sud América confiaron en él para defender sus respectivos blasones.
Como entrenador…
Para empezar, debe señalarse que Sebastián Abreu es un técnico tan apasionado por el césped que llegó a ejercer su rol compatibilizándolo con el de jugador durante buena parte de su iniciación en el mundo de la estrategia. Llega al fútbol peruano habiendo no solo disfrutado del solaz de varios países como jugador, pues también lo hizo como entrenador.
Conoció el vértigo del descenso en Boston River, la exigencia del triunfo en una liga menor en Bolivia y la lucha por el ascenso en Paysandú, también de su país natal. Abreu, a los 47 años, está en un momento crucial para despuntar como director técnico, y tanto él como el club que apostó por su variopinta experiencia se necesitan para encauzar las carreras de ambos.
Ojalá, para los intereses del club y del fútbol peruano en general, el tránsito de Abreu por las tierras incas sea próspero y más extendido que los múltiples experimentos aventureros que lo anteceden como parte de su currículum.